Sábado, 3 de marzo de 2012
Visita al Conjunto Arqueológico de Itálica
Con una mañana gris, húmeda y con una niebla que poco a poco comenzaba a levantar, empezamos ésta ruta cultural a Itálica. Al final quedó una mañana preciosa, con un sol reluciente y oliéndose ya la primavera.
María, nuestra guía particular en esta ruta, comenzó poniéndonos en situación y haciendo que retrocediéramos en el tiempo.
Itálica, situada en la localidad de Santiponce, ubicada en el bajo Guadalquivir, a medio camino entre Hispalis (Sevilla) e Ilipa (Alcalá del Río), desempeñó un papel estratégico, tanto en lo político-militar como en lo económico durante el imperio romano.
Sus orígenes se remontan al año 206 a.C., cuando el general Cornelio Escipión en la segunda guerra púnica, derrotó a los cartagineses y decidió hacer un campamento que serviría para descanso de sus soldados. Al poco el campamento se convertía en una ciudad que fue cuna de Trajano y Adriano.
Estando en el poder Adriano se diseñó la nova urbe, la cual los urbanistas de la época diseñaron con amplias calles trayendo el agua hasta los aljibes la cual les servia para uso doméstico mientras que el agua que trajeron hasta las fuentes servia para beber. La ciudad tenía una gran influencia griega.
En su origen fueron casas para la nobleza y diseñada para ser una ciudad mucho más grande de lo que en realidad llegó a ser, siendo objeto de continuas mejoras urbanísticas y arquitectónicas.
Seguimos nuestro recorrido llegando a la Casa de Exedra un edificio de gran tamaño, en las que albergaban escuelas, termas, gimnasio, etc…, eran llamados edificios semipúblicos.
Como ejemplo de casa particular, pero de clase acomodada, tenemos la Casa de los Pájaros en la que aún se observa un mosaico con colorido. Se puede ver como las casas estaban edificadas alrededor de un patio central que daba luz y aireaba el resto de las dependencias. En la Casa de Neptuno, el mosaico que se ve es en blanco y negro con diversos animales mitológicos y Neptuno en el centro.
Desde lo alto de Itálica se podía observar en la antigüedad la fértil ribera del Guadalquivir.
Y seguimos nuestro paseo entre olivos, palmeras y cipreses, estos últimos delimitan claramente por dónde iba antiguamente la muralla, siguiendo con atención las explicaciones que iba dando María. Llegamos a las Termas que eran utilizadas como baños siendo también un lugar de reunión y biblioteca.
En el Planetario con un mosaico de colores reflejando los dioses, fue dónde María aprovechó para referirnos la bonita historia de amor entre Dionisio y Ariadna.
Una laguna artificial nos sirvió de pequeño descanso y allí nos contó Enrique que aquella agua quedaba estancada debido al muro de contención que habían construido para evitar que se anegara el Anfiteatro, terminando por tener la utilidad de servir de regadío a la zona y de anidal de algunas aves.
Ya casi finaliza nuestro paseo y por la Puerta Triunfal, accedimos al Anfiteatro. Las gradas se dividían en tres tramos el inferior con seis filas estaba reservado para los nobles y patricios, el medio donde se sentaba el pueblo con doce filas y por último el superior para las mujeres y niños. Su capacidad de 25.000 personas y su grandeza nos dice la importancia que debía tener en su época.
Como curiosidad vimos la Tabula Gladiatoria, dónde se reflejaba lo que cobraban los gladiadores.
Al final disfrutamos de un pequeño documental que nos situó en el tiempo y nos ayudó a comprender un poco más lo que habíamos visto.
Y llegó la comida, algunos ya habían preguntado en alguna ocasión ¿y hoy no comemos?. Una suculenta comida, ensalada, cocido con su pringá incluida, todo ello regado con cerveza fresquita y buen vino. El café para algunos los helados para otros y un chupito de hierbas para todos, remató este hermoso día cultural animado con nuestras charlas y risas, contentos de poder estar juntos.